El Brocarte de Zamora

Obras inéditas del organista Antonio de la Cruz Brocarte y de los maestros de capilla Juan García de Salazar y Alonso Tomé Cobaleda

Cronología:

Antonio de la Cruz Brocarte (c.1658-1721)

c.1658 – Nace en Logroño (La Rioja).

1675 – Nombramiento como organista de la catedral de Zamora.

1692 – El Cabildo de la catedral de Zamora acuerda darle los honores de racionero.

1693 – Fue elegido canónicamente organista titular, y tomó posesión del cargo, convirtiéndose así en el primer organista titular zamorano propiamente dicho.

1710 – Fin de las obras de ampliación del órgano grande.

1710 – Muerte de Juan García de Salazar y nombramiento de Alonso Tomé Cobaleda.

1721 – Muerte de Antonio de la Cruz Brocarte.

29 de abril de 1721
«El señor deán dio cuenta de haber muerto hoy, antes del amanecer, el señor racionero Don Antonio de la Cruz.»

 

Originario de la Rioja y procedente de una conocida familia de organistas, Antonio de la Cruz Brocarte ocupó el puesto de organista mayor de la capilla de la catedral de Zamora durante 46 años. Por esta razón y por sus escritos teóricos, así como por su – hasta ahora ignorada – producción musical, puede ser considerado como una de las figuras importantes de la historia musical zamorana. El presente programa está dedicado al homenaje y a la conmemoración de los trescientos años de su muerte.

Aunque testimonios escritos del propio músico revelan que realizó composiciones a lo largo de su vida, hasta el ahora se pensaba que ninguna de las obras musicales del organista había podido conservarse hasta nuestros días. Gracias al trabajo de investigación y a la colaboración del musicólogo Alejandro Luis Iglesias, el ensemble Semura Sonora tiene el placer de volver a revivir un manuscrito inédito, compuesto por el propio Antonio de la Cruz, que un lapsus calami y la atribución desacertada al ilustre tío de nuestro celebrado, el también organista Antonio Brocarte Sáenz de Tejeda, habían dejado oculta hasta ahora. La obra, un Alma redemptoris Mater escrito a 8 voces y de manera policoral, muestra que de la Cruz Brocarte no fue solamente un eximio organista, sino también un diestro compositor, faceta de su personalidad que tendremos el honor de homenajear y dar a conocer con la realización de este programa.

Durante su presencia al servicio de la catedral, Antonio de la Cruz coincidió con dos de los maestros de la capilla zamorana: Juan Garcia de Salazar (1639-1710) y Alonso Tomé Cobaleda (1683-1710). Los dos maestros están así íntimamente relacionados con diferentes etapas de la vida del organista, y son varios los hechos y los testimonios escritos que muestran las marcas de estima que se tenían entre ellos. Por esta razón, parecía evidente el tratar de vincular la música del organista con sus ilustres coetáneos zamoranos.

El maestro Salazar fue el que lo acogió en Zamora, siendo clara su recomendación a favor de la solicitud del joven Antonio de la Cruz Brocarte en un acta del 15 de septiembre de 1675: “[…] con la tierna edad, hay esperanzas de que será de los mejores organistas de España”. Más de tres décadas más tarde, Salazar será todavía más halagador en el prefacio de la publicación de la obra teórica del organista, la Médula de la Música Teórica, hablando de la fiel amistad que existía entre ellos. El Oficio de difuntos a 4 voces del maestro Salazar parece haber tenido gran importancia en la vida musical de la capilla – y tal vez no solo en la de Zamora, ya que se encuentran otras copias de la obra en Madrid y en Burgos -, ya que en una copia del archivo catedralicio de Zamora, fechada en 1870, más de un siglo y medio después de la desaparición del maestro, se indica que seguía siendo utilizado “para entierros de S.S. canónigos y beneficiados de la catedral de Zamora”. Tal muestra nos autoriza a pensar que esta obra pudo ser escuchada en el entierro del propio Antonio de la Cruz, por lo que nos parecía relevante incluirla en este programa homenaje.

Por otra parte, Alonso de Cobaleda fue examinado por de la Cruz Brocarte en la oposición que le hizo conseguir el magisterio de capilla de Zamora. Es lógico suponer que este no fue el primer contacto que tuvieron los dos músicos, ya que Cobaleda llevaba más de diez años siendo seminarista en el seminario contiguo a la catedral, donde recibía clases del maestro Salazar y probablemente ya estaría en relación con el organista. Del Ne recorderis a 4 voces de Cobaleda, ignoramos el año de composición y las circunstancias exactas que hicieron que la única copia que se conserva de él – de fecha claramente posterior a la vida del compositor – se encuentre en los archivos de la Biblioteca Nacional de España. La frase que cierra el texto de este Responsorio de difuntos, cerrará igualmente este programa, resonando como un último pensamiento en memoria a Antonio de la Cruz Brocarte. “Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz eterna.”.